Se trata de una gran iglesia, cuyo aspecto final fue el resultado de sucesivas transformaciones en un templo construido en el siglo XVI, precedido por otro que data del siglo X y que formaba parte de un conjunto monástico. Fue reconstruida en 1745, bajo la dirección de Nicolau Nasoni, elegido por el Cabildo de la Catedral de Porto para remodelar el edificio.

Presenta seis altares, de los que destaca el Señor Crucificado, de estilo prerrenacentista y vinculado a la tradición del milagro atribuido a 1420, que cuenta que tras salir en procesión y circular por las calles, la peste que asolaba la parroquia habrá desaparecido.

Se presenta como un ejemplo de arquitectura barroca, poseyendo una importante colección artística, entre imágenes, óleos, tallas barrocas y paneles de azulejos del siglo XIX. Está clasificado como Bien de Interés Público.