La riqueza y diversidad del patrimonio cultural construido en el centro histórico de la ciudad requieren refrescantes espacios para el descanso y la contemplación.

En los jardines públicos de la ciudad hay especies de árboles para apreciar, un refrescante lago con fuentes para relajarse, conjuntos escultóricos para descubrir y un rincón donde Pedro Homem de Mello dejó un poema en honor a las tradiciones de Vila da Feira.

Entre la Iglesia Matriz, el Museo Convento dos Lóios y el Castillo, la naturaleza despierta la imaginación, apela al disfrute y ofrece bienestar.