Con cerca de 6.000 hectáreas y enclavado en el Macizo Central ourensano, O Invernadeiro se extiende a través de verdes y ondulantes montañas o de abruptos paisajes rocosos.

Estos son los dominios del lobo, del jabalí, del armiño y de la marta. También de ciervos, corzos y cabras bravas. Un paraíso que hay que preservar. Para visitarlo es necesario pedir un permiso. Pero la experiencia es inolvidable.

Hay 6 rutas. De este modo, aunque no seas un experto puedes acechar de cerca a corzos y ciervos… Un momento mágico. Puedes ver acebos, serbales o tejos, los árboles sagrados de los celtas, sobrevolados por águilas y halcones.
No existen asentamientos humanos dentro de los límites de O Invernadeiro. Todo es naturaleza.

Su historia viene de antiguo, siempre como propiedad no dividida desde la Edad Media, dedicada por aquel entonces al pastoreo y a la caza. A mediados del siglo pasado se convirtió en una zona autorizada de repoblaciones forestales hasta que en el año 1979 sufrió un incendio y cambió su destino. De las cenizas renació con una apuesta por la recuperación ambiental que se consolidó definitivamente en el verano de 1997 con su declaración como Parque Natural. En la actualidad es una de las mejores aulas de la naturaleza de la comunidad para conocer con intensidad la vida del Macizo Central ourensano.

Las viejas montañas galaicas, que superan en los límites del Parque los 1.500 metros de altitud, combinan el encanto agreste de la roca con la suavidad de los grandes volúmenes redondeados. Son las sierras propicias para acoger gran parte de la vida salvaje representada principalmente por el lobo y sus presas corzo y jabalí. Los ríos, igual que en tiempos primitivos los glaciares, viven en este espacio el gran momento de la montaña. Los cauces gemelos Ribeira Grande y Ribeira Pequena ponen el ritmo fluvial.
Es necesario solicitar con antelación el permiso de acceso y efectuar todos los recorridos a pie por las rutas marcadas. Las visitas para grupos se realizan a partir de un mínimo de cinco personas. Es ampliamente recomendable para grupos escolares y otros colectivos el Aula de la Naturaleza de Ribeira Grande y sus actividades.
O Invernadeiro es el corazón de una vasta zona montañosa prácticamente despoblada. Las mayores elevaciones se encuentran en la sierra de Queixa, que ostenta el punto más alto en la estación de montaña de Manzaneda (1.782 m), y en la sierra de San Mamede (1.619 m). Registran abundantes precipitaciones en forma de lluvia y nieve, pero también importantes periodos estacionales de sequía.

Desde A Proba de Trives podemos ascender hasta la estación invernal de Manzaneda con múltiples opciones turísticas ya que no limita su actividad tan sólo a la temporada de esquí. Es el punto de partida de varias rutas de senderismo en busca de la antigua actividad glaciar de la montaña. También podemos optar por continuar hasta Celeiros, capital municipal de Chandrexa de Queixa.

En la otra vertiente del macizo, dos son las posibilidades. Por un lado, en el ayuntamiento de Vilariño de Conso, los enclaves de Pradoalbar, donde el río llena el valle de gran belleza, y Chaguazoso, donde veremos una espectacular morrena glaciar y la cascada del río Cenza.

A media altitud son frecuentes las extensiones arboladas. Bosques autóctonos de interés botánico por la presencia conjunta de especies atlánticas y mediterráneas como el roble común y el roble melojo. Una de las manchas arbóreas más curiosas es el Bidueiral de Montederramo, de unas 250 hectáreas en la parroquia de Gabín, propiciado por la necesidad de esta madera para los antiguamente numerosos “zoqueiros” (artesanos fabricantes de zuecas) y carpinteros de la zona.

Por otro lado, en las tierras de O Bolo, el cañón del río Bibei. La fotografía por antonomasia se encuadra con el santuario barroco de As Ermidas colgado del monte entre laderas de viñedos y un buen definidor climático como es la presencia de olivos. El paisaje de los bancales para vencer el fuerte desnivel consigue aquí una de sus mejores muestras. El río asiste y resiste a esta larga historia de humanización que viene de antiguo, como el sólido ponte romano del Bibei capaz de soportar todavía el tráfico moderno.