EL MONASTERIO BENEDICTO DE SAN VICENTE DO PINO, sus antecedentes se remontan a los primeros siglos de la Reconquista. La residencia monacal ya existía en el siglo VIII, como lo confirman las referencias más antiguas, pero las obras del edificio actual se prolongaron desde el siglo XVI hasta nuestros días.
La fachada es de estilo neoclásico, dos grandes columnas de orden dórico en el frente central sostienen un balcón del que parten pilastras hasta un frontón con pináculos y un gran horno que alberga una imagen de San Bieito tallada en piedra.
El claustro interior es neoclásico y está construido en piedra. Se exponen dos piedras destacables de gran valor arqueológico que corresponden al antiguo monasterio: una urna cineraria y un valioso bajorrelieve.
Tras la desamortización de Mendizábal pasó a ser hospital y en 1922 pasó a depender de la Abadía de Samos, que lo regentó hasta que fue adquirido por el Estado en 1955 para acabar convirtiéndose en un Hostal Turístico. Para los turistas que no se alojen en sus instalaciones, es posible visitar parte de las dependencias, incluida la zona del claustro, donde se encuentra la cafetería.
LA IGLESIA DE SAN VICENTE DO PINO, adosada a la izquierda del Monasterio, tiene fachada renacentista, con templo de estilo gótico y planta de cruz latina cubierta con bóveda de crucería. El Campanario, situado entre el monasterio y la iglesia, es de estilo barroco tardío.
En el interior de la iglesia benedictina, junto a la puerta principal, se encuentra el sepulcro de granito del Abad D. Diego García.
El Altar Mayor es un ostentoso retablo barroco. Cuatro enormes columnas emparejadas a cada lado sostienen un arco. Debajo, un gran lienzo pintado al óleo que representa el martirio de San Vicente.
EL PALACIO CONDAL, fue residencia de los Condes de Lemos, construido en el siglo XVI y reconstruido a finales del XVII tras sufrir un incendio en 1672, perdiéndose la mayor parte de los documentos del archivo, una pérdida de valor incalculable para el Historia de la Casa de Castro y de Monforte.
Conserva la entrada original, con un gran arco que contiene los escudos de la familia en mármol blanco.
Actualmente alberga, junto con el Monasterio Benedictino, el Parador Nacional de Turismo.