El Castro de Santo Ovídio se encuentra situado aproximadamente a un kilómetro del centro de la ciudad de Fafe, en el lugar con el mismo nombre, donde emerge una elevación con una altitud máxima de 332 metros.

El promontorio destaca en el valle del río Vizela, que discurre cerca del pie de la vertiente occidental de esta montaña, rematado por una ermita dedicada a San Ovidio.

El Castro se dio a conocer en el último cuarto del siglo XIX, cuando la construcción de la escalera que conducía a la capilla dejó al descubierto la estatua de un Guerrero Galáico, adquirida por el arqueólogo Martins Sarmento en 1876.

El sitio arqueológico estuvo olvidado hasta que fue redescubierto en 1979, cuando una excavadora rasgó la base de la ladera oriental de la colina, sacando a la luz claros rastros de una remota ocupación humana.

El Ayuntamiento de Fafe, en colaboración con la Universidad de Miño, patrocinó campañas de excavación arqueológica de 1980 a 1985, que produjeron importantes hallazgos de gran valor científico.

En un área intervenida de 600 m2 se descubrió y estudió un notable conjunto de ruinas que llevarían a la clasificación del asentamiento como Bien de Interés Público en 1980.

Aunque no se han realizado estudios más detallados en plataformas superiores, es muy probable que la génesis del asentamiento se produjera durante la segunda mitad del I milenio a.C.

Las ruinas visibles corresponden a la última fase de ocupación de la localidad, entre finales del siglo I antes de Cristo y el siglo I.

Una calle con suelos empedrados da acceso a una zona habitacional donde conviven viviendas de tradición indígena (planta circular) e influencia romana (planta rectangular). También se observan pequeñas áreas exteriores pavimentadas, surcos abiertos en suelo granítico para el drenaje de aguas pluviales, muros de contención que delimitan el barrio y fosas detríticas.