Situado en el núcleo rural de Baltar, la construcción original se debe a Juan Pardo y Andrade la finales del siglo XVI, siendo cedida por la última Marquesa de San Sadurniño, María de la Natividad Quindós y Villarroel, a los Misioneros Claretianos en 1910.
El Pazo de Baltar, con su adjetivo arquitectura de magnífica capilla, fuente monumental y gran hórreo, da fe de la riqueza de la nobleza rural de Val.
La construcción de este Pazo de Baltar, muy diferente al que se conserva hoy, se atribuye a Ares Pardo o a su hijo don Xoan Pardo de Lago e Andrade, nieto de Pedro Tenreiro de Lago, señor de Belote, en la primera mitad del siglo XVI. siglo, quien es considerado el primer señor de Baltar.
Una descendiente del fundador, doña Josefa Cayetana Pardo e Moscoso, casó con su pariente don José Jacinto Quindós e Andrade, III marqués de San Sadurniño, ingresando en esta casa el Señorío de Baltar.
En este palacio de Baltar establecieron su residencia los marqueses de San Sadurniño. Entre la arquitectura adjetiva que rodea el palacio destacan la espléndida capilla a la que fueron trasladados los restos de todos los miembros de esta familia, y una fuente barroca de gran valor estilístico y belleza.
La última marquesa de San Sadurniño, doña María de la Natividad Quindós e Villarroel no tuvo descendencia, donando el palacio de Baltar a los padres misioneros del Sagrado Corazón de María, quienes construyeron un nuevo monasterio sobre los cimientos del antiguo palacio, con poca fortuna. , en 1914 .