El nombre del puente está asociado al constructor de ese pasaje: São Gonçalo de Amarante. Lo construyó con la ayuda del pueblo y, lo que es más interesante, mediante varios milagros. Ese santo movió las piedras más grandes y convocó a los peces para alimentar a los trabajadores, así se cree.
En 1763, el peso de la lluvia provocó el colapso del puente. Por suerte o por milagro, la imagen gótica de Nossa Senhora da Piedade (que estaba sobre una cruz de dos caras en el pasaje) permaneció intacta . Hoy se conserva en una esquina de la iglesia y frente al nuevo puente, que desde entonces ha sido reconstruido.
El puente marcó un nuevo encuentro con la historia y se convirtió en el escenario de la heroica lucha y resistencia nacional contra las tropas napoleónicas durante las invasiones francesas. Una lápida, colocada en una de las pirámides del pasaje, conmemora el hecho, que valió para el municipio el collar de la Orden Militar de la Torre y la Espada.
El puente, de 50 metros de longitud, sostiene un tablero con cuatro balcones semicirculares y, en cada extremo, dos obeliscos barrocos con inscripciones epigráficas. Estos evocan el episodio de las luchas contra las fuerzas napoleónicas y el honor que la victoria portuguesa trajo a Amarante.