Es en el corazón de Miño, en Vila Nova de Famalicão, donde cada año, en junio, tiene lugar una de las peregrinaciones más grandes y animadas del país. Las Fiestas Antoninas, en honor al Santo Casamentero, movilizan a todo el municipio y atraen a miles de turistas a la ciudad.
Se viven las tradiciones populares más profundas, con el descubrimiento y redescubrimiento de costumbres, sentimientos y sabores ancestrales. Por las calles, los aromas de la albahaca se mezclan con los de las sardinas asadas y las costillas de cerdo. Se come el Caldo Verde y se bebe el vino tinto de la barrica. La fiesta dura toda la noche y, por toda la ciudad, hay música, bailes y fiestas populares. Los chicos compran albahacas para regalárselas a sus novias con un verso popular siempre original y, por momentos, cursi o jocoso. La fiesta se hace en la calle y todos están invitados.
Las marchas populares son uno de los platos fuertes de las fiestas. Cada año un gran desfile alegórico recorre el centro de la ciudad hasta el Estadio Municipal, esparciendo color, alegría y vivacidad por las calles, en una animada y sana competencia entre las distintas asociaciones del municipio. Pero en Famalicão, las Antoninas también son infantiles, y son ellas las que protagonizan uno de los momentos más bellos y encantadores del evento, con las Marchas de los Niños.
La música es también uno de los puntos fuertes de las fiestas de Vila Nova de Famalicão, con la presencia de grandes nombres de la música portuguesa. Las Rusgas Populares, las Hogueras y las Cascatas de Santo António son otros momentos tradicionales del evento, a los que se suman las ceremonias religiosas con énfasis en la distribución del Pan de Santo António. Una espléndida sesión de fuegos artificiales suele finalizar las festividades, iluminándose y resonando en el cielo, pudiéndose disfrutar desde varios kilómetros de distancia.