Situada en el corazón del Parque Natural de Montesinho, enclavada en las montañas, hace frontera con España, donde la vivacidad de los paisajes, la sencillez y el cariño de la gente, combinados con una arquitectura singular, son motivos que apelan a una visita.
En cualquier estación del año, es posible caminar por las calles empedradas, respirar aire puro, escuchar y ver la abundante avifauna e intercambiar impresiones con los pobladores que simpáticamente interactúan y nos cuentan historias típicas de otros tiempos. Por la noche es posible sentir el silencio y apreciar el intenso brillo de las estrellas que parecen suspendidas en la inmensidad de un cielo despejado.
Se encuentra a una altitud de 1030 m y es uno de los pueblos más altos de Portugal y el más alto de la Serra de Montesinho.