El siglo XIX marcó las tierras de Fafe, sobre todo con la fuerte incidencia de la emigración a Brasil, entonces la tierra más adecuada, en busca de fortuna.
Muchos de estos emigrantes traerían sus ahorros a Fafe, invirtiéndolos en la construcción de hermosos edificios y mansiones.
Las «casas de los brasileños vuelven a viajar» son uno de los rasgos llamativos del urbanismo de la ciudad de Fafe y constituyen uno de sus ex-libris más queridos y atractivos. La arquitectura de este período ha sido, desde el principio, un símbolo de afirmación, prestigio y riqueza personal del propietario.
Básicamente se trata de grandes mansiones, algunas de ellas rodeadas de jardines “tropicales”, con la inevitable palmera mezclada con árboles frutales. Destacan por sus amplias fachadas, revestidas de bellos azulejos multicolores, con numerosas puertas y ventanas, con una considerable altura de techos. Los estrechos balcones, casi siempre a lo largo de todo el ancho del edificio, cuentan con barandillas de hierro forjado o fundido abundantemente decoradas.
También se destacan varios ejemplos de aleros de loza pintados, normalmente de color azul.
Un elemento fundamental en la arquitectura “brasileña” es la indispensable claraboya, máximo símbolo de este tipo de construcción, que remata el techo e ilumina las escaleras interiores.