En 1999 la Xunta de Galicia convocó un concurso internacional par seleccionar el proyecto para la construcción de la Cidade da Cultura de Galicia, un gran equipamiento cultural con un vasto programa que incluía diversos museos, biblioteca, hemeroteca y centros de estudios e investigación.

El concurso se desarrolló en dos fases. En la primera fueron seleccionados doce equipos, por medio de un concurso de méritos. De estos, cinco eran españoles, los dirigidos por Ricardo Bofill, Santiago Calatrava, Manuel Gallego, Juan Navarro Baldeweg y César Portela; uno alemán, el de Daniel Libeskind; dos franceses; encabezados por Jean Nouvel y Dominique Perrault; uno holandés, Rem Koolhaas y OMA; otro suizo, el de Annette Gigon y Mike Guyer; y, por último, dos norteamericanos, Steven Holl y Peter Eisenman, que fue el ganador.

El proyecto de Eisenman refleja la talla intelectual y creativa de su autor. Este arquitecto, que tras una brillante carrera como crítico y estudioso de la arquitectura, montó su estudio con cincuenta años cumplidos, propone un edificio topográfico en el que las onduladas cubiertas de los diferentes edificios aparecen como el relieve del monte Gaiás, surcado por profundas grietas por las que se circula y accede a los diferentes volúmenes.

Eisenman propuso, una vez comenzadas las obras, rendir un homenaje a su compatriota John Hejduk, integrando en la Cidade da Cultura dos torres proyectadas por el desaparecido arquitecto para que se erigieran en Belvís.

El formidable tamaño del complejo, que iguala en extensión al casco histórico compostelano, su valiosa arquitectura y su variada oferta cultural, completan la voluntad de Santiago de convertirse en una referencia indispensable en el circuito cultural internacional.