En 1625, Don Afonso Furtado de Mendonça asistió a la colocación de la primera piedra del Templo de Santa Cruz, fundado en el lugar donde fue erigida la cruz de granito por el Arzobispo Don Afonso Furtado de Mendonça. Diogo Sousa (1505-1532) en la intersección de las calles de Anjo, São Marcos y Largo Carlos Amarante. Con limosnas de los cofrades y bajo el patrocinio del Arzobispo Primado de Braga, la primera fase se terminó en 1653.
La iglesia de Santa Cruz es uno de los ejemplos más altos y expresivos del barroco en la ciudad de Braga, destacando por la calidad y riqueza de su ornamentación.
En la fachada, señalada por el arquitrabe sobre las tres puertas principales de acceso a la iglesia, destacan los trece instrumentos de la pasión de Cristo, como la corona de espinas, los clavos, la azorga, la esponja de hiel, etc.
De enorme belleza y sencillez, destacan también las dos torres campanario que bordean el lateral de la fachada, donde se incorporan los relojes y cuya ornamentación se debe al maestro cantero Francisco Álvares.
En el interior destacan las espaciosas capillas laterales, separadas por arcos y cuyos altares lucen espléndidas tallas, donde se veneran diversas imágenes con reliquias de santos de raro valor.
El presbiterio, cubierto por una bóveda de piedra artesonada, posee obras de maravillosa belleza como el retablo, los marcos y cenefas de las ventanas, los postigos del presbiterio y dos armarios relicarios.
También destacan el púlpito con cenefa, el órgano y el arco deprimido que sostiene la parte delantera del coro alto.