Arquitectura religiosa, manierista, perteneciente al antiguo Monasterio de Cónegos Regrantes de Santo Agostinho, con una iglesia de planta longitudinal alargada, techo con bóveda de cañón formando artesonados y fachada con galilea abierta de tres arcos rectos. Sigue el mismo modelo planimétrico y gusto estético desarrollado en el Monasterio de Grijó y, de forma generalizada, en toda la arquitectura del Noroeste de Portugal. Se caracteriza por la simplificación del modelo Grijó.

Iglesia de una sola nave, precedida por la galilea, crucero inscrito, capilla mayor rectangular, campanarios cuadrados que flanquean el final de la nave, con la capilla más adyacente al Norte, la sacristía al Sur y un cuerpo de granito visto destinado a instalaciones sanitarias que se encuentra a lo largo de la fachada principal. Volúmenes articulados con cubiertas diferenciadas a dos aguas en la nave y capilla mayor, revestida de azulejo con patrones azules y amarillos, y a tres aguas en el resto de tramos. Las dos capillas laterales cuentan con altares dorados y policromados.

En «Estudos sobre a Terra da Maia», José Vieira de Carvalho destacó la talla dorada de la iglesia; pero de igual importancia es su órgano de tubos de 12 registros, construido en el taller de Hamburgo por el gran maestro de órgano alemán Arp Schnitger (1648-1719).

La Dra. Maia Marques destaca la importancia del Monasterio de Moreira como Albergue y la presencia de visitantes ilustres. En 1594, monseñor Fabio Biondo de Montalto, obispo de Jerusalén y nuncio apostólico en Portugal y su secretario Giovanni Battista Confalonieri, peregrinaron a Compostela dejando un itinerario detallado de los caminos seguidos. El 27 de abril salieron de Grijó donde habían pasado la noche, rumbo a Porto “a dos leguas”. Llegan a la ciudad y se dirigen al monasterio cruciano de Moreira, ya que tenían prisa por llegar a Compostela. Se refieren a la gran posada del monasterio, pues allí no hay nada más, a la pequeñísima iglesia que utilizan los monjes y a la nueva que estaban construyendo. Dice que el monasterio es un lugar de peregrinación, visitado continuamente, porque tiene “un tesoro invaluable”, un trozo de madera sagrada, al que se atribuyen muchos milagros.