IGLESIA
Los arquitectos que trabajaron en la iglesia fueron el portugués Mateo López, que se encargó de las primeras trazas; el granadino Bartolomé Fernández Lechuga, que construye la magnífica cúpula nervada y organiza el espacio interior consiguiendo una gran majestuosidad; el salmantino Peña y Toro, que se encarga de las obras de contención pues habían cedido los muros, y finalmente, fray Tomás Alonso y fray Gabriel Casas, con distintas aportaciones en la fachada del monasterio, claustros, campanario y dependencias monacales. Sobre la puerta se despliega una vistosa fachada plateresca. Presiden en la parte central, entre la puerta y el óculo, la Virgen, San Bieito y San Bernardo, mientras que en el frontón que corona la portada está San Martiño repartiendo su capa con un pobre. Las torres se levantan sólo hasta la altura de la fachada, debido a la oposición del cabildo catedralicio, temeroso de que la basílica perdiese visibilidad. Para vencer el desnivel del terreno, el benedictino Plácido Camiña construyó la hermosa escalera de acceso a la puerta, sin duda inspirada en la que da acceso a la Catedral desde la fachada del Obradoiro. El templo posee planta de cruz latina con tres naves en el brazo principal y una en el transversal, recorridas por una tribuna.
MONASTERIO
El monasterio es de gran sencillez y frialdad de líneas, sólo interrumpidas por la fachada, a la que se accede por una gran escalinata. La fachada se divide en tres partes con un eje central flanqueado por dos grandes lienzos de cuatro pisos. La torre de cinco cuerpos contribuye a romper la monotonía de la fachada. La portada enmarcada por severas columnas dóricas, acoge a San Bieito, rematando con la estructura añadida por Fernando de Casas en la que está el escudo de España entre vieiras y la figura de San Martiño de Tours. Dentro del monasterio se encuentran el claustro de las oficinas, el más primitivo y el claustro procesional.