El parque se extiende a lo largo de la vaguada de Belvís: un espacio alargado constituido por prados por los que corre un pequeño arroyo. Los muros, las bancadas del terreno y las vías históricas -como el pintoresco callejón de las Trompas- se respetaron en el proyecto de este parque.
Este ‘vacío’ verde separa, y a la vez relaciona, el recinto histórico con las grandes edificaciones del convento de Belvís y del Seminario Menor, constituyendo una especie de ‘foso’ natural de la ciudad medieval. Desde su parte más alta se disfrutan vistas singulares de toda la ciudad.