El parque comienza en Ourense y al cruzar la línea que lo separa de Portugal se convierte en el Parque Peneda-Gerés… Aquí los bosques no entienden de fronteras.
Tal vez por eso estas son las tierras del Couto Mixto, un territorio que nunca perteneció ni a España ni a Portugal y cuyos habitantes elegían la nacionalidad que deseaban el día de su boda.
Un mundo de grandes árboles, lobos, corzos y caballos salvajes que hace 2.000 años ya era atravesado de norte a sur por la Vía Nova construida por los romanos para unir Astorga y Braga.
Ya no pasan por aquí las legiones, pero a cambio puedes encontrar grandes paisajes en los pueblos y caminos del Parque. Maravillas como la cascada de A Fecha o aldeas sorprendentes como Casolas, construida en un terreno con un 20% de inclinación. Y también, hallazgos inesperados como el de las vacas «cachenas», una raza de pequeño tamaño con cuernos enormes.
Limia es un río único. Ha excavado un pasillo natural junto al que la historia ha ido dejando su huella humana. En él recoge todo un tejido fluvial que se descuelga en cascadas y saltos, reposa en embalses sucesivos, atraviesa una frontera y cede al final sus aguas al Atlántico. Se unen así el mayor Parque Natural de nuestra comunidad con el de mayor importancia en Portugal, el Parque Nacional Peneda-Gerês. Juntos alcanzan un solo espacio protegido de carácter transfronterizo único en Europa.
Se trata de la “raia seca”, pues el trazado fronterizo no se sitúa en los ríos sino en lo alto de las sierras: O Laboreiro, Queguas y Quinxo al norte; Santa Eufemia, O Xurés y O Pisco, al sur. Los puntos más elevados ascienden hasta los 1.500 metros de altitud, combinan las formas suaves de los viejos montes gallegos con las más abruptas. Agujas y bolos (piedras de granito) que el tiempo ha encabalgado en complicados equilibrios son una de las señas de identidad de la zona.
Encontraremos monumentos megalíticos, leyendas de oro y el testimonio del paso de los legionarios romanos por la calzada XVIII o Vía Nova. Aún permanecen en pie los miliarios que dejaron en la calzada que unía las capitales romanas de Braga y Astorga por el único paso natural entre estos montes, la mítica Portela do Home, punto fronterizo de acceso al territorio portugués.
Las construcciones populares como molinos, colmenas amuralladas (alvarizas), cabañas de pastores (chivanas), hórreos, hornos, caminos y cercados revelan el alma más creativa de sus pobladores. Un patrimonio heredado de la tradición en la docena de núcleos rurales que hasta la actualidad mantuvieron la actividad agropecuaria dentro del Parque. Así como las aldeas de O Couto Mixto, el territorio que mantuvo hasta el año 1868 un estatuto de privilegios independiente de España y Portugal.