Frente a la Iglesia de la Misericordia y hacia la izquierda encontramos la Rua da Rainha, en honor a la Reina D. María II, quien determinó la consideración de Guimarães como ciudad, el 22 de junio de 1853.
“Hei por bem elevar a Villa de Guimarães à cathegoria de Cidade com a denominação de Cidade de Guimarães, e Me praz que nesta qualidade goze de todas as prerrogativas, liberdades e franquezas que direitamente lhe pertencerem.” – “Quisiera elevar la Villa de Guimarães a la categoría de Ciudad con el nombre de Cidade de Guimarães, y me complace que en esta calidad disfrute de todas las prerrogativas, libertades y libertades que por derecho le corresponden”.
La reina fue recibida en la «Porta da Vila», por una entusiasta manifestación popular. El entonces alcalde le entregó las llaves de la ciudad, desde donde siguió una procesión hacia la Colegiata da Nossa Senhora da Oliveira, recorriendo la Rua dos Mercadores (actualmente Rua da Rainha D. Maria II).
El antiguo nombre de “Rua dos Mercadores” se debe al bullicioso comercio que allí existió antiguamente, incluyendo orfebres, sastres, entre otros.
Toda la calle está bordeada de bellos edificios y casas con balcones de hierro forjado y fachadas de piedra de granito, que parecen haberse detenido en el tiempo.
Más adelante, vemos a la derecha un hermoso edificio: la Casa dos Lobos Machado, con una fachada de estilo rocaille, profusamente decorada con motivos vigorosos y dinámicos, con hermosos relieves realizados en granito típico de la región, y que contrasta con la blancura de las paredes.
Este edificio fue construido en la segunda mitad del siglo XVIII y hasta hace poco fue sede de la Asociación Comercial e Industrial de Guimarães.
En una especie de callejón muy estrecho después de la Casa dos Lobos Machado, se encuentra la Capilla do Anjo, o de S. Crispim, fundada en 1315 por dos maestros zapateros, que tenían su oficio en esta calle. Junto a él se fundó el Hospital Albergaria, que acogía a los pobres y daba cobijo a los peregrinos en su camino a Santiago de Compostela.
En 1786 se creó la Hermandad de S. Crispim y S. Crispiniano, que mantiene hasta el día de hoy una antigua tradición, sirviéndose cada año en Nochebuena a los pobres y desfavorecidos de la ciudad, en el Albergue de S. Crispín.
Este callejón donde se encuentra el albergue conduce a una pequeña plaza. En los años 30 del siglo XX, cuando se abrieron calles y se ampliaron espacios para hacer la ciudad más saludable, la casa de la familia Almadas fue parcialmente derribada. A partir de una serie de demoliciones se formó el actual Largo da Tulha.
Según la historia, quedó expuesta una torre de granito, de tres plantas, con tejado a cuatro aguas, sin ventanas que dieran a la plaza: la Torre dos Almadas. Además de seguir funcionando como vivienda, el espacio interior era compartido por viviendas del barrio, quedando la torre aislada.
En 1964, a propuesta del primer presidente de los “Velhos Nicolinos”, António Faria Martins, se decidió que el espacio sería cedido por un período de 50 años a la “Asociación de Antiguos Alumnos del Liceu de Guimarães”. La Cámara cedió el inmueble en 1968 para la sede de esta institución, que todavía se dedica a mantener la tradición de Guimarães, incentivando a los estudiantes que cursan la Educación Secundaria en Guimarães a realizar las Fiestas Anuales de Nicolina.